-El Maestro y el Aprendiz Parte I-

Soy Taion el Mensajero Solitario y os presentare una pequeña conversación ficticia con mucha verdad...
-¿Maestro Lau-Fa, porque no vamos a buscar y a sentir la divinidad en el monte?
- Lo que esperas encontrar en las colinas, mi aprendiz, ya está dentro de ti, no es que no lo hayas encontrado, es que aun no has sabido escuchar a tu propio corazón. Si el Reino de la Luz esta en el monte entonces las bestias salvajes ya están un paso delante tí, si el Reino esta en el mar, los peces ya han visto la Luz imperecedera, pero el Reino no es un punto en este mundo perecedero, es el poder supremo que está en los corazones de aquellos practican la misericordia y desean encontrar la verdad final.
-Entonces…Maestro ¿Qué debo hacer con lo que aprendí de Sha-Unli?
-Debes aprender a desaprender, aquel que encuentra un gran tesoro vende todo lo que tiene para comprar el terreno, y así poder disponer de aquel valioso tesoro. Aquel que ha descubierto el cetro dorado de la luz no puede pretender quedarse con el cetro de madera para aparentar una humildad ficticia y satisfacer los deseos de aquellos que ya no está entre los mortales de este mundo.
[Y haciendo una reverencia le dice al maestro el aprendiz]
-Honro tu sabiduría, ¡creo sentir en ti la emanación de toda la verdad!
-¡No!, replico el Maestro, la verdad no está al alcance del hombre perecedero, la Verdad mora en la luz inaccesible a la cual ningún ser perecedero puede penetrar. Un Maestro mortal no puede pretender contener el océano reunido en sus dos manos, ¡eso es un terrible… un terrible y orgulloso error! El verdadero maestro nunca deja de ser aprendiz de la vida, recuérdalo en lo más profundo de la memoria de tu corazón, ¡nunca!; mas sea bendito aquel que muera creyendo que jamás encontró.
[El aprendiz trajo unas viejas escrituras sagradas y le hablo al maestro sobre ellas]
-¡Maestro! Estas escrituras me la regalo mi abuelo antes de morir, pero encontré que dice que debo odiar a aquellos que no escuchan su doctrina.
-¿Que te dice tu corazón aprendiz?
-Siento que debo incluso amar a aquellos que piensan diferente a mí.
-Has dicho bien, el poder supremo ha escrito su instrucción en tu corazón, y has sabido escuchar la sabiduría que desciende de lo alto antes que la sabiduría mundana y animal. Los hombres siempre han sido habilidosos en manipular la verdad, sus intereses han reemplazado la Ley del Ancestro de todas las cosas. Pero tu amigo mío, has triunfado sobre la falsedad.
-Gracias, Maestro mío…
-Dale gracias aquel que vino al mundo, y trajo el mensaje el cual enseño a las gentes, dale gracias aquel indio llamado Ganid que nos dio a beber el agua del Mensajero del Antecesor.
-Cuéntame, ¿cómo era él?
-Como hombre fue dulce pero jamás empalagoso, sincero pero jamás irrespetuoso con los humildes, era amigable y curioso, era llamado Jesús de Nazaret, y fue el ejemplo de un hombre valiente que confió en el Antecesor hasta su muerte…
-Ósea que murió…
-Murió… y se levanto de entre los muertos, demostrando al mundo que todo aquel que busque la verdad, admire la belleza y practique obras de bondad no perecerá sino que se levantara de sus cenizas como el Fénix a la gloria de lo imperecedero.
-¡Asombroso!
-En otra ocasión te entregare un escrito sobre su vida, el cual fue escrito por un enviado suyo, el cual reuní con el escrito de Ganid el indio.
-Gracias maestro, no sé cómo compensarle por lo que ha hecho por mí.
-Lo único que puedes hacer por mí, es regalar al Ancestro tu propia vida
-Pero Maes…
-No malinterpretes mis palabras, me refiero a una vida de servicio.
-Ahora sí que me has aclarado, pero debo irme, mi madre ha de haber hecho la cena
-Adiós querido amigo, mañana aquí a la misma hora
-¡Así será!
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